Otaku no Tour

Carlos V.
15 min readJun 8, 2021

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Así es como le llamó mi buen amigo Christian a este tour, del cual merece créditos por su organización y planificación al nivel de agencia de viajes. Él y su esposa Angie ya viajaron el año anterior al tour del que les voy a contar, que se dio el 2019, justo antes de la pandemia del COVID-19.

Yo había hecho viajes largos (a Europa desde Ecuador) pero nunca uno como este.

Después de un largo viaje desde Quito a Tokyo, pasando por una conexión de 10 horas en CDMX en la cual fui a comer un mole poblano en un VIPS que encontré en Google Maps cercano al aeropuerto Benito Juarez. Tomé un taxi y caminé cargando una mochila un tanto pesada por llevar abrigos para pasar el otoño japonés, pero en CDMX hacía mucho calor.

Finalmente y después de tanta espera y un viaje muy largo donde me vi completas la última temporada de Dragon Prince (Dreamworks) y la tercera de She-Ra a bordo, había llegado a Tokyo. En este año 2019 cumplí dos sueños de conocer dos lugares que siempre conocer, Galápagos y Japón.

Por más que estaba preparado, igual la bienvenida del aeropuerto de Narita me sorprendió.

Recuerdo que salí por la madrugada de Ciudad de México y llegué temprano por la mañana a Tokyo. ¡Es Japón! No hay tiempo para descansar, hay que empezar a conocer todo lo que se pueda.

Christian me fue a ver al aeropuerto y me llevó 1350mg de vitamina C, para fortalecer las defensas.
Probando “fortuna” en el templo Senso-ji

Entonces empezamos por lo que estaba cerca al hotel: Asakusa. Este barrio o no sé cómo se deba denominar a este sector antiguo, turístico y desarrollado de Tokyo donde hay mucho que ver. Lo más notorio es templo Senso-ji con su gran puerta emblemática llamada Kaminari-mon.

Kimetsu no Yaiba recién había terminado y su popularidad estaba creciendo, pero no había mucho merchandising.

Luego fuimos a caminar por el mercado de Kappa-bashi, denominado por el personaje mitológico Kappa. Yo tenía que cumplir un encargo de llevar a Ecuador un “santoku” (cuchillo de cocina) y resulta ser que Kappa-bashi era el lugar donde venden de todo para la cocina: utensilios, accesorios, maquinaria, etc. Encontramos la tienda “Tsubaya” con los cuchillos más hermosos que he visto en mi vida, y eso que no soy nada conocedor de ese tipo de utensilios. Vean su instagram para que conozcan a qué lo refiero.

Los tres viajeros

Luego ya caminar por las zonas fuimos a almorzar a una de las cadenas más conocidas en Japón, Yoshinoya. Tuvimos que hacer fila y luego comer al vuelo, (rápido) había más personas haciendo fila. Es muy común a la hora del almuerzo encontrarse con restaurantes con mucha fila esperando para entrar a comer. Igual no hay mucho tiempo para “perder” en cosas como comer. Fueron pocas las veces que comimos en lugares de comida, como las veces que fuimos a Ippudo a comer ramen del bueno o uno que otro lugar en el camino. Las principales comidas como lunch y cenas fueron menúes de konbinis (convenience stores) como 7-Eleven, Lawson o Family Mart (familia Martínez, como les dicen Christian y Angie). Fuera de bromas, los konbinis tienen comida fresca y completa que te la pueden calentar ahí mismo o la calientas en el hotel. Hay cosas similares en otros países pero acá es cultura mas no novedad. La barrera idiomática y la cantidad de información en los productos a veces me creaba confusión. Como la vez que compré una lata que tenía una naranja pensando que era jugo pero era una bebida alcoholica de sake.

Comí un katsudon de un Family Mart en la habitación de mi hotel.

Por la tarde seguimos caminando y conociendo. Fuimos a Ginza y al palacio imperial.

Estatuas preparadas para atraer al turismo para las próximas olimpiadas del 2020, que aún no empiezan siendo 2021.

Luego fuimos para la estación de Tokyo, en sus subsuelos hay muchas tiendas de recuerdos, de anime y videojuegos así como por ejemplo una tienda oficial de Nintendo y Ghibli.

De vuelta en Asakusa, afuera del edificio de Bandai hay varias figuras escala 1:1, donde aproveché a tomarme una foto con Son Goku

Son Goku afuera del edificio de Bandai

Al siguiente día fuimos a visitar otro templo, el Zojo-ji, con su imponente puerta llamada Daimon (literalmente puerta grande). La torre de Tokyo se la puede apreciar de cerca.

De ahí visitamos la tienda Mirai Store, de Danny Choo. Se venden muñecos de muy alta calidad para coleccionistas especializados. La ropa con la que los visten y el nivel de detalle es realmente sorprendente.

Mirai Store

Seguimos por Meguro, caminando cerca del río Meguro. El lugar es muy bonito, residencial y tranquilo. Pero fue cansado caminar, en especial unas cuestas para ir a tomar un café de Yemen que resultó ser exorbitantemente caro. Nos arrepentimos y seguimos nuestro camino como perros arrepentidos. Creo que ese día Christian se compró unos zapatos Onitsuka Tiger, con los que pudo caminar cómodamente el resto del viaje.

Llegó el momento de visitar otro ícono turístico de Tokyo, Shibuya con la estatua de Hachiko y el Starbucks con vista al mítico cruce peatonal inmensamente largo y repleto de gente. Hay muchas tiendas como para perder la cabeza y algunos dólares (o yenes).

Llegó el día otaku, visitar Akihabara.

Mazinger en una tienda de Akihabara.
Una consola que siempre quise probar toda mi vida. El VirtualBoy. Es un asco y terminé mareado.

Como buen otaku occidental, tenía una idea del lugar. Pues no fue nada parecido a lo que imaginaba. Eran edificios llenos de artículos de anime, manga y videojuegos. También hay artículos de electrónica, lo cual fue lo original y característico del sector.

Por supuesto, tenía que gastar mi dinero en máquinas de gashapon a lo largo de todo el viaje. Fueron recuerdos que fui regalando.

Termina el día. Al siguiente empezamos visitando Ameya Yokocho, un gran mercado que en tiempos de pandemia (mientras escribo esto) es inconcebible.

Ameya Yokocho, nunca vi tanta gente (hasta cuando fui a Osaka, más adelante en el viaje).

Hay tiendas de todo tipo, inclusive de artículos falsificados a bajo precio. Hay tiendas tipo mercado de carnes y pescados. Y por supuesto tiendas de Book-off a las cuales Christian siempre visitaba (obvio yo le acompañaba) buscando mangas y libros usados a bajo precio. Pero estas tiendas van más allá y venden electrónica usada, juguetes y hasta ropa. ¿Tal vez este tour se debió haber llamado Book-off no tour?

Por la tarde fuimos a la “nueva torre de Tokyo” o Tokyo Skytree Tower. En su parte inferior está ubicado Tokyo Solamachi, una especie de mall lleno de tiendas variadas de anime, videojuegos y ocio en general.

Tokyo Skytree Tower

Para este momento ya había “descubierto” la bebida ganadora del viaje, la bebida que nos daba energía y nos sacaba una sonrisa, la calpis. Esta bebida hecha a partir del suero de la leche y otras cosas mágicas la pudimos encontrar en la mayoría de las máquinas expendedoras y konbinis. ¡Es demasiado buena! A parte viene en sabores como fresa y carbonatada como soda.

Kalpis

A descansar porque al día siguiente salimos de Tokyo con destino al norte, a conocer algunos destinos poco conocidos pero muy buenos.

Estación JR (Japan Railways) de trenes bala “shinkansen”

En shinkansen viajamos temprano hacia Nagano (sí, donde una vez se llevaron a cabo las winter olympics de 1998), para conectarnos con el resto de sistema de trenes locales, con aspecto clásico pero en realidad son antíguos pero muy bien conservados. El destino: Yudanaka Onsen, para disfrutar de aguas termales en un hotel tradicional (ryokan) en la zona donde los monos de nieve también la disfrutan de manera natural.

Tren de hierro antiguo pero súper bien conservado.

Luego de un viaje muy bonito y simpático, donde salimos de la ciudad y nos adentramos al campo nipón y ver plantaciones de manzanas y otras frutas y vegetales llegamos al Snow Monkey Town, Yudanaka. En esa época los monos aún no van a las aguas termales (onsen) naturales ya que aparentemente van en invierno.

El camino del campo japonés fue sorprendente.

Llegamos a una zona de varios hoteles estilo ryokan (tradicionales), donde te ofrecen un yukata para que estés más cómodo.

Me tomaron una ridícula foto donde me estaba peinando preparándome para salir a caminar.

Caminamos por la noche, la calle estaba muy solitaria. Al parecer aún no es época de turismo, pero de cierto modo era mejor. Por la noche no se apreciaba tanto el pueblo pero se veía soprendente el hotel Kanaguya, inspiración para el hotel donde trabajó Chihiro en Spirited Away.

Kanaguya ryokan.

Luego de la caminata nocturna regresamos al hotel para un banquete y posterior baño de aguas termales. La experiencia era opcional pero tenía que hacerla ya que estaba ahí. El proceso es sencillo, el baño es público y abierto. Primero hay que bañarse para limpiar el cuerpo, luego entrar al agua termal que es muy caliente en una piscina moderna. Luego hasta que el cuerpo aguante hay que salir a enjuagar el cuerpo y vestirse. Es una experiencia muy relajante.

No recuerdo haber comido tanto antes. Los platos seguían viniendo después.

Al día siguiente volvimos a caminar por el camino de anoche pero esta vez con luz. Y pudimos apreciar el templo Onsen-ji que es muy bonito y con colores de otoño por el follaje de los árboles. Se veían monjes budistas a la distancia.

Templo Onsen-ji.

Nos tocó despedirnos del hotel, de la señora que nos atendió y hasta del taxista. Nos regresamos por donde vinimos a Nagano esta vez para ir en shinkansen hacia un nuevo destino. Kanazawa.

I know what I’m doing… really!

Llegamos a Kanazawa, ciudad que nos recibió con un fuerte viento. Caminamos desde la estación de trenes hasta el hotel porque la distancia era relativamente corta, pero nos fuimos abrigando en el camino. Hicimos check-in y salimos a caminar por la tarde al parque del castillo Kanazawa. Era un parque amplio y tranquilo, pocos turistas en su mayoría asiáticos. Los colores de otoño y los maples rojos decoran el lugar de manera fantástica. Al rededor del castillo habitan muchos pero muchos cuervos que cantan todo el día con su ronca voz.

Maples rojos japoneses

Un nuevo día, creo que el sexto del tour, ya voy perdiendo la cuenta mientras me comunico con mis amigos en Ecuador haciendo cálculos a 13 horas menos de diferencia, así como también haciendo cálculos constantes para convertir la divisa del yen a dólares. Este día fuimos a caminar al parque Kenroku, uno de los mejores mantenidos de todo Japón y destino turístico prinicipal en Kanazawa. Todo es sorprendente, pero algo que aún no supero es una técnica de atar ramas de árboles.

Una técnica de atado de ramas para mantenerlas levantadas.

La siguiente parada incluía una visita a una casa-museo samurai del clan Nomura. Era como estar en una película, una casa con muchas divisiones, varios niveles y pasadisos y un gran y hermoso jardín.

El jardín de la casa samurai del clan Nomura.

Después de eso quisimos ir a un Myouryu-ji o templo ninja pero había mucha gente haciendo fila (había que reservar la entrada y no lo hicimos), por lo que tomamos fotos por fuera y nos fuimos. Había una ligera llovizna pero eso es normal en esta época del año. Tenía mi clásico paraguas transparente que conseguí en un konbini.

Creo que el mismo día, llegada la tarde nos embarcamos nuevamente en shinkansen para ir a una nueva ciudad, una que no puede faltar en un tour a Japón, y es la antigua capital, Kyoto.

Llegamos y como siempre el descanso es breve y ligero, no hay tiempo que perder. Caminamos al parque Maruyama y conocimos el templo Yasaka que tiene 1350 años de antiguedad.

Al siguiente día, Christian no se sentía tan bien, creo que algún problema estomacal pasajero, lo que me forzó a moverme solo a conocer un par de lugares. Fushimi Inari Taisha y Kinkaku-ji.

Temprano por la mañana fui a Fushimi Inari, de lejos el lugar más conocido de Kyoto, es ese gran templo shintoista con una serie de tori ⛩ que suben toda una montaña. Llegué hasta la mitad del camino, no tanto por el cansancio sino por el factor tiempo, ya que debía ir al otro lado de la ciudad para el siguiente destino. Tomé buenas fotos.

Después llegó el turno de Kinkaku-ji o conocido también como el templo del pabellón de oro. Estaba repleto de turistas mayoritariamente asiáticos, inclusive vi a unos cuantos monjes tibetanos con tu conocida túnica pero con muchos gadgets tecnológicos. Kinkaku-ji tiene un extenso parque que rodea al templo y muchos lugares para descansar y tener un poco de paz entre la naturaleza.

Una de mis fotos favoritas de todos los tiempos, la composición del árbol y el pabellón de oro.

Salí del parque, busqué un konbini para comer algo sustancioso, menos mal el Family Mart que encontré tenía sillas y mesas para comer y descansar un rato. Había un grupo de argentinos con su característico acento que conversaban en otra mesa mientras también descansaban preparándose para su próximo destino. Compré en el camino un happi (chaqueta tradicional) con diseño del Shinsen-gumi, siempre quise una de esas. Ahora sí a tomar un bus para encontrarme con Christian y Angie en el siguiente y último destino del día.

Llegué a Arashiyama. Luego de pasar por un templo que estaba repleto de turistas me encontré con mi compañía y caminamos por el bosque de bambúes gigantes, uno como humano se siente tan enano junto a la naturaleza.

Bosque de bambú Arashiyama

Fue un día intenso y Christian ya se sentía mejor. Salimos de nuestros hoteles y nos embarcamos en tren para ir a la última ciudad de nuestro tour, una ciudad que está muy cercana a Kyoto por lo que el viaje fue bastante corto (en tren bala). Nos fuimos a Osaka.

Octavo día (probablemente) y llegó la hora de conocer Osaka. Una ciudad donde la gente es bastante cálida y relajada. Un lugar diferente al resto de ciudades donde había estado, ya que en las escaleras eléctricas uno puede esperar del lado derecho o caminar rápido por el lado izquierdo, como en muchos otros lugares del mundo. Pero en Tokyo es al contrario 😱

Lo primero que hice ese día, luego de desayunar comida de konbini (obviamente) fue conocer un mall que hay en el subsuelo de la estación de trenes, son varios pero varios pisos de tiendas comerciales que se extienden varias cuadras a la redonda con una infinidad de pasadisos. Honestamente me perdí unas cuantas ocasiones.

Figuras poco ortodoxas que se encuentran en máquinas expendedoras. Aquí hacen el gesto del kancho.

Luego de varias horas fui a conocer el emblemático castillo de Osaka. Fue una gran experiencia. El tren me dejó a la entrada de un largo parque con un sendero no lineal que va hasta el punto donde está el castillo, el mismo que se encuentra ligeramente escondido entre los árboles del bosque a propósito, como medida defensiva de la época. También tiene un fino río alrededor. Llegando al castillo encontré como siempre un flujo alto de turistas. Algunos, como en otros lugares, alquilan ropa tradicional (yukata, gi o hakama) pero aquí me encontré con la sorpresa de que alquilaban “armadura” Samurai por hora. Me quedé por un largo rato contemplando al castillo y su arquitectura, los alrededores y la corta vista alta hacia la ciudad. Después de un momento llegó una excursión escolar, tal como se adapta en los animes: Una fila de niños de escuela, todos con gorras del mismo color, banderines para localizar al guía y sus mochilas “randoseru”.

Alquiler de ropa y armadura samurai para pasear por el castillo.

Y por la noche, para despedirnos de Osaka visitamos Dotonbori. Nunca había visto tanta gente reunida en un solo lugar. Esta zona es muy colorida e iluminada por la noche. Es hogar el gran letrero de Glico, lugares de comida y una infinidad de tiendas. Todo alrededor del río Tonbori. Era fácil perderse con tal cantidad de personas pero logramos mantenernos juntos.

Dotonbori.

Nos despedimos de Osaka y viajamos a Tokyo de regreso para seguir unos cuantos días antes de salir del país. Creo que el día del viaje más descansamos porque sí fue largo atravesar el país desde Osaka. Por la noche fuimos a ver una tienda de mangas llamada Mandarake y figuras otaku en el sector de Nakano Broadway.

A la mañana siguiente fui solo al templo Meiji, tiene un gran parque al rededor y senderos que te llevan a este templo shintoista. Pasé por Harajuku cuando bajé del tren. El sendero principal que lleva al templo tiene un gran tori con el kamon del crisantemo, el sello nacional de Japón. A lo largo del sendero hay cosas interesantes que ver, como una bodega de vinos y sake, esculturas pequeñas a escala y muchas flores.

Una miko, o sirvienta del templo shintoísta.

Ya dentro del templo solo quedan cosas de templo por hacer, como ir a orar, comprar fortuna, recuerdos. También creo que se llevaba a cabo un matrimonio el cual pude ver a lo lejos ya que tenían ropa tradicional muy elegante.

Por la noche fuimos a Roppongi y a los alrededores de Asahi TV, hogar de Doraemon. Caminamos bastante también conociendo Roppongi Hills y un mall cercano llamado Tokyo Midtown donde comimos un pan francés delicioso. Afuera hay un jardín que tiene un juego programado de luces y sonidos futuristas o tal vez sea solo new age.

En TV Asahi, junto con el querido Shin-chan.

Y llegó el día entero final del tour. Como cuando tengo ratos “libres” iba a tiendas a comprar recuerdos o ver cosas novedosas entre ropa y accesorios para mí o para regalar. Visitar tiendas daiso (todo por 1 USD) o don Quijote para mirar cosas extrañas o que no imaginaba que existieran.

Gracias a la funcionalidad de “experiencias” de AirBnB pude hojear qué tipo de experiencias se ofrecen en los alrededores. Hay mucho para elegir: ceremonias de té, city tours, bike tours, artes marciales “samurai” las cuales no me interesan porque yo ya practico Iaido, en fin… encontré una experiencia de tambores Taiko, reservé y no lo pude creer, iba a hacer realidad otro sueño, tocar tambores Taiko.

Fui por la tarde a Akihabara, muy temprano para asegurar la puntualidad. Visité tiendas al rededor nuevamente porque simplemente estoy en Akihabara. Gracias a Google Maps, mi fiel guía del camino llegué al lugar donde se imparten las clases, una pequeña casa con un estudio separado de la misma aislado de sonido. Nos dieron un poco de historia y cronología del Taiko. Luego pasamos a conocer básico sobre el arte de tocar el Taiko, el sonido de los golpes, los nombres de las partes del tambor, entre otros mientras nos dieron dulces y té verde para acompañar la velada. Mi grupo era variado, personas de India y Estados Unidos estábamos presentes. Finalmente fuimos al estudio a practicar, estuvimos tocando ritmos básicos hasta ir poco a poco avanzando e improvisando una melodía más larga. Superó mis expectativas y si es algo que quisiera practicar en serio, lamentablemente no hay en mi país. Nuestra sensei fue Miho-sensei, perteneciente al grupo Oedo Sukeroku Taiko. Las posturas, la forma de tocar, los gritos y la energía, sin duda es arte con orígenes de artes marciales. Habiendo practicado esgrima japonesa por más de 13 años puedo darme cuenta de eso detalles.

Nos prestaron unos happi para tomarnos fotos y disfrutamos mucho haciendo música.

No pude haber estado más feliz.

Luego de retirarme pasé por el templo Kanda, un pequeño pero acogedor templo donde, por estar ubicado en Akihabara, hay referencias de anime y manga.

Misión cumplida. El otaku no tour fue todo un éxito gracias a la detallada planificación y guía de Christian. No fue fácil y requirió esfuerzo físico para caminar mucho. Inclusive compramos unas pastillas efervescentes para colocar en la tina de baño que contienen unas sales que supuestamente sanan. No sé si hicieron efecto, pero si tomaba baños de varias horas a veces simplemente sumergido para descansar los músculos. También compré unas rodilleras de compresión que hasta ahora las uso para ciclismo o largas caminatas, muy buenas. En fin, Japón tiene mucho que ofrecer y quisiera regresar para conocer otras ciudades, otros paisajes y costumbres. Y tener más historias que contar.

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Carlos V.
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Written by Carlos V.

Software Engineer at Globant | Community Leader | Writer & Speaker | he/him.

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